Holomodor, el hambre artificial
La muerte por hambre de más de diez millones de personas en Ucrania en 1932 y 1933 será recordada el próximo domingo, a las 15, en un acto litúrgico en la Catedral de Buenos Aires, en el que se rezará por las víctimas inocentes de ese crimen de lesa humanidad. Porque no se trató de un fenómeno natural producido por algún cambio climático en las tierras que han sido llamadas el granero de Europa. Fue un genocidio deliberadamente planeado por el gobierno soviético de José Stalin, que quitó manu militari a los campesinos ucranios todos los alimentos que tenían y los condenó a morir de inanición.
Holomodor (hambruna) es el término que los ucranios usan para recordar aquella masacre provocada por el régimen comunista, que quedó en el silencio. Ciertamente, es una palabra que ha trascendido poco fuera de esa comunidad; no es tan conocida como la Shoah , que designa la matanza de seis millones de miembros del pueblo judío por el régimen nazi.
En septiembre de 2005, el presidente de Ucrania, Víctor Yuschenko, dijo en la ONU que "el mundo debe conocer todos los crímenes contra la humanidad", en explícita referencia al sufrimiento de su pueblo.
Ayer al mediodía, en una entidad católica, en Ramón L. Falcón 3960, se recordó esa tragedia al presentarse la edición en castellano del libro Cazadores de tigres , del escritor ucranio Ivan Bahrianyi.
Si bien es una novela, publicada en 1946, toma como base las penurias que el propio autor pasó en Siberia; primero, como condenado a trabajos forzados, y luego, como prófugo. En 2005, la Unesco fijó el calendario de fechas memorables para 2006-2007, y junto a Wolfgang Amadeo Mozart, Sigmund Freud, Luchino Visconti y otros intelectuales, ubicó a Bahrianyi, nacido el 2 de octubre de 1906, por el centenario de su natalicio.
Presentó el libro el traductor al español, Miguel Vasylyk. El padre Luis Glinka comparó el relato con el de Solzhenitsyn en Archipiélago Gulag y señaló que "presenta el dolor de su pueblo en los campos de cautiverio, pero no se nota odio contra el enemigo". Y "en medio de peligros y de miserias humanas, en Siberia, rescata la presencia de Dios". Por la embajada de Ucrania asistió Oleksandr Kovtum, primer secretario.
En tanto, en estos días se trata en el Congreso una declaración por la matanza de un millón y medio de armenios, entre 1915 y 1923, en Turquía, país que está por recibir la visita papal. En septiembre, la Legislatura de Córdoba instituyó el 24 de abril como Día de Conmemoración del Genocidio contra el Pueblo Armenio.
En realidad, la matanza de un pueblo no siempre se da por el asesinato directo; en algunos casos, puede haber sido por extenuantes caminatas por el desierto, hambre artificial, falta de atención médica. O el impedir los nacimientos del pueblo que se desea exterminar. Quien haya leído la autobiografía del célebre psiquiatra vienés Viktor Frankl sabrá cómo el régimen nazi, neopagano, obligaba a abortar a las mujeres judías embarazadas en Austria.
En ocasiones, determinadas vacunaciones masivas han sido usadas para esterilizar sin consentimiento informado a mujeres, en la India o en el Perú de Fujimori. O se han condicionado créditos a cumplir determinadas políticas tendientes a evitar el crecimiento de una población. Esos temores han recrudecido al aprobar el Congreso, casi sin debate, la adhesión al protocolo del Cedaw, ante la evidencia de imposiciones que el comité de seguimiento intentó hacer a varios países, por no aceptar el aborto.
Y no deja de causar inquietud en ámbitos religiosos el tratamiento de un proyecto de ley que dispone la entrega gratuita de la píldora "del día después", a la que atribuyen efectos abortivos, en los mismos hospitales públicos donde tantas veces faltan gasas y los remedios más elementales para los enfermos.
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LA NACION | 20.11.2006 | Página 11 | Cultura |